febrero 13, 2005

MEMORIA Y NOSTALGIA

Acabo de regresar de un viaje de trabajo a una ciudad de provincia llamada Ocaña, en Santander, Colombia. Me llamaron para realizar una capacitación a docentes de una universidad, de lo cual me declaro satisfecho.

A Ocaña la había visitado hacía más de 20 años, en desarrollo de las actividades mesiánicas por la utopía de un mundo mejor. Fueron las épocas de las ideologias revolucionarias; de los sacrificios, de las renuncias, de la vida austera. Fue un viaje hacia la nostalgia y el recuerdo.

La ciudad ha crecido mucho, como también sus problemas. Hay pobreza, desplazados, hambre, pordioseros, desempleo, prostitución, corrupción, deterioro ambiental. Lo mismo de hace 25 años, pero agravado. Por todas partes se escucha valllenato. La ciudad ha progresado, pero todavía está presa en una situación de transición entre lo bucólico y provinciano y ganas de modernizarse.

Todavía hay gente que sigue luchando o que dice luchar por cambiar las cosas.

Creo que hoy la utopía está desgastada, desvenecida en el torbellino de la violencia y extraviada en el argumento de que "el fin justifica los medios". Bush y sus aúlicos han logrado que todo intento de cambio, toda protesta justa, toda reivindicación social, sea confundida y llamada como acto de terrorismo. Parece que no hay salida.

El viaje de regreso fue una odisea. La ola invernal que azota el pais y particularmente esta zona, ocasionaron derrumbes y caidas de puentes, y las carreteras están intransitables. El viaje que dura normalmente 4 ahoras, duró 9, tocándome hacer transbordo en los sitios de los trancones por los derrumbes; tocó embarrarse y andar a pie. El vuelo programado desde Bucaramanga a Bogotá, fue suspendido, y me tocó pernoctar en Bucaramanga.

Hoy al pasar por Giron, municipio que fue arrasado por el Rio de Oro, se percata uno de la furia de la naturaleza y de la insensatez de los hombres al ocasionar la erosión de las cuencas de los rios y la imprudencia al construir viviendas a sus orillas, que siempre son de los más pobres y a lo cual no se oponen los gobernantes.

La otra conclusión que saqué, es que las autoridades de los departamentos y municipios no están preparadas para atender y sortear de manera responsable y previsiva estas tragedias naturales.

Hoy era domingo, y a pesar de la tragedia, de tantos muertos, de tantos damnificados y sufrimiento, la gente anoche estaba festejando sus eventos sociales de cumpleaños, de bodas y demás; los trios y mariachis tenían trabajo como de costumbre; las tabernas y discotecas estaban abiertas y los porteros invitaban a entrar en ellas; el portero de una casa de "mujeres de la vida alegre" también invitaba a los transeuntes a entrar. Todo parecía normal.

Después de tomarme una sopa de pezcado, como a eso de las 9 y media de la noche, me fui a dormir, con una sensación extraña.

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